Buscar este blog

miércoles, 25 de agosto de 2010

La pálida sombra de mis recuerdos muertos parte 1

La habitación estaba iluminada por un foco que parpadeaba y daba la impresión de que en cualquier minuto se fundiría, había libros tirados por el piso, algunas de sus novelas favoritas, las que más le recordaban a ella, casi todas, novelas de amor.



Sentado frente a un escritorio estaba Marco, tenía puesta una pijama que había olvidado por cuantos días la tenía puesta, había olvidado incluso la última vez que se había tomado la molestia en comer como es debido, su cabello era un reto para cualquier peine o cepillo que tuviera el valor de acercarse, la barba de días, a pesar de no ser muy poblada, le daban un aspecto aún más enfermo y de abandono.


Sabía muy bien que esa forma de llevar su vida le estaba resultando autodestructiva, su cuerpo ya le exigía unas horas de sueño, un desayuno que no consistiera en un cigarro, y también un poco de aire fresco.


Marco estaba inmerso en sus pensamientos, de nuevo en sus recuerdos, repasando en su mente una y otra vez en que momento se fue su vida al carajo, y se torturaba aún más leyendo las cartas de Lucía, leía una y otra vez sus promesas de amor eterno, mientras recapacitaba en lo poco que duran las promesas de amor eterno que nunca duran más de 3 años, estaba científicamente probado.

Aún veía como reposaba desgarrada la última pintura que le había hecho, y se arrepentía de haber destruido esa última prueba del amor que se tenían, una pintura hecha con las manos, la siluetas de dos cuerpos abrazándose en un fondo con colores de atardecer, en la parte trasera de la pintura le había dedicado una frase "Aquí yace la esencia materializada de dos cuerpos que se necesitan dos almas que nacen y que mueren juntas, y que descansan a su lado durante toda la eternidad" palabras que sabía no le volvería a decir, no a él…


Después de su ataque estaba sentado en el frío piso, observando las consecuencias del huracán de su ira, sentía como si la pintura destrozada lo mirara con reproche y se puso a recordar, a recordar su historia con Lucía, del día en que la conoció, cuando la vió por vez primera corriendo en el parque de Pilares paseando a su perro, con aquellos pants ajustados que llegaría a conocer tan bien. Y Lloró…

No hay comentarios:

Publicar un comentario